Así lo expresan los resultados de la última encuesta digital de Cosas de Barrio
De acuerdo con la opinión de la gente que durante el último mes participó de la encuesta digital que Cosas de Barrio realizó en su sitio de Internet (www.cosasdebarrioweb.com.ar), el 29 por ciento de los votantes aseguró que el destino que debería dársele al predio de los Talleres Ferroviarios de Liniers sería el un uso comunitario que incluya todas las opciones de la encuesta; otro 26% expresó que debería disponerse espacios verdes públicos; un 19% señaló que deberían ubicarse sedes universitarias y educativas; un 11 destacó la necesidad de instalar centros de salud, culturales y deportivos; otro 10% propuso diseñar un centro de trasbordo; mientras que el 8% se inclinó por levantar edificios de viviendas y oficinas (ver gráfico).
En esta nueva edición de la encuesta digital realizada vía Internet por este medio, participaron un total de 1.925 vecinos.
El enorme predio de 36 hectáreas en el que se ubican los Talleres Ferroviarios de Liniers mantiene un estrecho vínculo con los orígenes del barrio. Enclavados en el sector noreste de Liniers, los terrenos son un verdadero símbolo del entramado linierense y de su relación indisoluble con el tren. La construcción de esos mega talleres finalizó en tiempo récord en 1904, cuando el entonces Ferrocarril Oeste debió trasladar sus galpones de la localidad de Tolosa, en La Plata, a Liniers, para desarrollar allí el mantenimiento de las máquinas a vapor y, posteriormente, con la llegada de la electrificación, se los asignó al mantenimiento de esas unidades, de origen inglés.
Su puesta en marcha significó el impulso que el barrio estaba necesitando para poblar sus calles y asentarse como un símbolo del oeste porteño.
Pero pasó el tiempo y, privatizaciones mediante, ese enorme complejo se convirtió casi sin darse cuenta en un testigo silencioso del devenir del barrio, y los talleres quedaron desactivados. De vez en cuando se veía algún coche perdido en la entrada, tal vez olvidado y con las marcas de algún choque frontal.
Con los años, algunos de los muchos galpones y edificios ladrilleros que poseen los talleres, comenzaron a realizar otras tareas, como las de reparación de locomotoras diésel y los arreglos internos de los equipos desmontados de la locomotora, tales como bogies, motores diésel, compresores, embragues magnéticos, generadores principales y motores de tracción y material rodante eléctrico, contando con una infraestructura acorde a esa labor, devolviéndole de alguna forma la vida al lugar.
Posteriormente, en agosto de 2001, algunos de los emblemáticos edificios ladrilleros -propios del estilo ferroviario inglés- fueron declarados “patrimonio histórico” por la Legislatura porteña y catalogados como un Área de Protección Histórica (APH). Por entonces, la idea de varias entidades vecinales -entre las que se contaba el periódico Cosas de Barrio- era crear allí un “polo cívico cultural” que permitiera recuperar para la comunidad barrial esas 36 hectáreas enclavadas en el corazón Liniers, para devolverle al barrio una parte esencial de su historia, la misma que hoy se observa olvidada a un costado de las vías. Aquellos funcionarios de turno -al igual que los actuales- sin embargo, optaron por mirar para otro lado.
Sin embargo, con ese mismo empuje, una vez más los vecinos volvieron a tomar el toro por las astas para reinstalar aquella iniciativa y devolverle al barrio aquel impulso originario. Así, manteniendo la identidad a través de un museo ferroviario en el que se resguarde y se exhiba parte del patrimonio original, el objetivo es urbanizar el predio para darle diversos usos comunitarios, como los planteados en esta encuesta.
Mientras tanto, los históricos Talleres Ferroviarios de Liniers muestran sus centenarias instalaciones a quien quiera verlas desde el tren, como invitando a recuperar sus orígenes. Porque como reza aquella vieja frase, para saber a dónde vamos es necesario saber de dónde venimos.