El recuerdo del paisaje barrial anegado en los días de tormenta.

Por Daniel Aresse Tomadoni (*)

Días pasados, viendo por todos los medios de comunicación las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires, recordé aquellos días en los que Liniers quedaba bajo el agua en medio de varios diluvios en distintas épocas del año. Remontándome a los años de mi infancia, en casa siempre teníamos preparados para las tormentas -en especial durante el verano, cuando se cortaba la energía eléctrica- dos faroles a kerosene y las radios portátiles con pilas frescas.

Recuerdo una fuerte tormenta a fines de los años 60’, cuando vivía en el pasaje Luchter y la colectora de General Paz. Desde la ventana de casa veía cómo se desbordaba el zanjón y arrastraba los puentecitos de madera, basura ¡y hasta las ratas!

También tengo grabada la inundación que se desató en febrero de 1978. Estaba regresando del Centro a bordo de un Leyland de la línea 2. Rivadavia parecía un canal de Venecia. Locales bajo el agua y ni que hablar del ingreso al túnel de la Estación. El chofer del ómnibus, jugado con su suerte -y la nuestra- fue llevando despacio a lo largo de dos cuadras y con el agua en el estribo a ese noble vehículo hasta llegar a General Paz, con poco nivel de agua bajo el puente, y de allí a su cabecera. Aquella lluvia destruyó locales, en especial al viejo bar de la mitad del túnel, que perdió heladeras y otros elementos por el alto nivel de agua acumulada.

Pasaron los años y el 31 de mayo de 1985, con otro gran diluvio, el agua volvió a hacer de las suyas. Pero en este caso el centro de Liniers no se inundó, sino la avenida General Paz, tanto en las calzadas principales como en ambas colectoras, la del lado de Liniers y la de Ciudadela. En medio del agua se asomaban autos y colectivos abandonados, tanto en las cabeceras como en la parte central de la arteria. En aquella oportunidad, para llegar a Rivadavia o cruzar General Paz, había que hacer “tripa corazón” y arremangarse para llegar a destino…

Con los años, Liniers siguió siendo golpeado por el agua, como en abril de 2013, cuando fuertes lluvias provocaron anegamientos con autos que debieron ser socorridos por rescatistas y hospitales donde los médicos debieron sacar el agua de los pasillos, mientras atendían a los pacientes, tal como ocurrió en el Sanatorio Materno Infantil 15 de Diciembre -de Juan B. Justo al 9600, a metros de Madero- que desde aquel episodio debió ser cerrado y sus pacientes derivados.

Lo cierto es que pasaron los años y la concreción de algunas obras fueron amainando los efectos de los anegamientos. No obstante, de vez en cuando, como en los días de mi infancia, algunas calles y veredas se cubren de agua y la altura supera holgadamente el cordón. Pero si a eso le sumamos el constante aumento de las napas y las inundaciones en la zona norte del barrio, incluyendo el registro de mayo pasado, cuando Liniers fue el barrio que tuvo mayor cantidad de precipitaciones en pocos días, todo me retrotrae a aquellos años de mi infancia y adolescencia, cuando el agua se adueñaba de Liniers, mi querido barrio.

Hasta la próxima y muchas gracias por permitirme compartir estos recuerdos con ustedes.

(*) Aresse Tomadoni es director general de “Relatos del viajero” y “Épocas del mundo” que se ofrecen a través de Youtube