Donde se revive la opulencia de principios del siglo XX

La Ciudad de Buenos Aires, reconocida por su riqueza arquitectónica e histórica, ostenta uno de los patrimonios edilicios más destacados de América Latina. Sus calles, especialmente en el centro porteño, albergan imponentes edificios y rascacielos que comenzaron a construirse a principios del siglo XX, fuertemente influenciados por estilos europeos como el Beaux-Arts y el neoclásico francés. Esta impronta le valió a la capital argentina el apodo de la “París de Sudamérica”.

En ese contexto, tres palacios emblemáticos no solo testimonian el esplendor arquitectónico de aquella época, sino que también constituyen un valioso legado cultural. Se trata del Palacio Duhau, el Palacio Paz y el Palacio Errázuriz. Estos edificios permiten realizar un viaje en el tiempo hacia la Belle Époque porteña, combinando arquitectura, historia y propuestas culturales y gastronómicas.

Palacio Duhau: de residencia aristocrática a ícono hotelero

Ubicado en el barrio de Recoleta, el Palacio Duhau fue construido en 1934 siguiendo el estilo neoclásico francés. Durante décadas funcionó como residencia de la familia Duhau, un influyente clan ligado a la actividad agropecuaria. A comienzos del siglo XXI fue restaurado e incorporado al complejo del hotel Park Hyatt Buenos Aires, conservando su elegancia original mientras se integraba a un diseño más contemporáneo.

Actualmente, el palacio ofrece diversas propuestas al público general, entre ellas visitas a una galería de arte contemporáneo, experiencias gastronómicas de primer nivel en sus restaurantes Duhau Restaurante & Vinoteca y Los Salones del Piano Nobile, así como recorridos guiados por sus espacios comunes. Su jardín, uno de los más cuidados de la zona, se ha convertido en un sitio ideal para disfrutar del tradicional té de la tarde.

Palacio Paz: el más grande de la ciudad

Frente a la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro, se alza el Palacio Paz, considerado el edificio residencial más grande de Buenos Aires y, en su momento, uno de los mayores del mundo. Su construcción se extendió entre 1902 y 1914 por encargo de José C. Paz, fundador del diario La Prensa. De estilo Luis XV, el palacio cuenta con una vasta superficie de 12.000 metros cuadrados.

Actualmente, es sede del Círculo Militar y puede recorrerse mediante visitas guiadas que abarcan sus fastuosos salones, una biblioteca revestida en madera y galerías decoradas con exquisito detalle. En uno de sus patios interiores funciona el restaurante Croque Madame, una propuesta gastronómica que permite almorzar en un entorno cargado de historia.

Palacio Errázuriz: del arte privado al patrimonio nacional

El tercer exponente de este recorrido histórico es el Palacio Errázuriz, sede actual del Museo Nacional de Arte Decorativo. Ubicado también en Recoleta, el edificio fue construido entre 1911 y 1917 como residencia del diplomático chileno Matías Errázuriz y su esposa, Josefina de Alvear. Diseñado con una fachada clásica y un interior suntuoso, el palacio fue concebido desde sus inicios no solo como vivienda, sino también como espacio para conservar colecciones artísticas.

En 1937, el Estado argentino adquirió la propiedad y la convirtió en museo. Desde entonces, se puede visitar de manera gratuita y recorrer sus salas ornamentadas con porcelanas, esculturas, tapices y mobiliario europeo de los siglos XVII al XIX. El jardín, sereno y cuidado, ofrece un respiro del bullicio urbano. Al igual que en el Palacio Paz, los visitantes pueden disfrutar de una comida en el restaurante Croque Madame, ubicado dentro del predio.

Estos tres palacios no solo ofrecen una ventana al pasado esplendoroso de Buenos Aires, sino que también demuestran cómo la historia puede convivir armónicamente con la vida contemporánea. Preservados con esmero, siguen siendo símbolos de una ciudad que no renuncia a su legado cultural.