La avenida que une Liniers con Mataderos está cortada al tránsito desde hace meses y aún no hay una fecha exacta de finalización.

No bien cruza General Paz, el 113 se desvía por Patrón. El resto de los vehículos que ingresan a la ciudad por Emilio Castro podrán optar por seguir al colectivo o continuar un par de cuadras más por la avenida para luego girar a la derecha. Caso contrario, al llegar a Guaminí se toparán con los enormes chapones que obstruyen el tránsito y obligan a desviarse.

Desde que a fines de mayo pasado el Gobierno porteño puso en marcha la mega obra hidráulica en Emilio Castro y Cosquín, la avenida que hace las veces de límite entre Liniers y Mataderos se convirtió en un verdadero caos. Las cuatro cuadras que separan esa esquina de la de Guaminí pasaron a ser un inmenso obrador a cielo abierto en el que las máquinas, el polvo y los operarios conviven con vecinos, comerciantes y hasta con los alumnos del Instituto Nuestra Señora de Luján de los Patriotas, que desde entonces parece tomado por una obra cuya fecha de finalización aún resulta incierta.

“La obra está a cargo de la Dirección de Hidráulica y va avanzando cuadra por cuadra. Sabemos lo que afecta a los vecinos y a los comerciantes, pero entendemos que era sumamente necesaria, porque lo que se está haciendo ahí es generar más aliviadores para que cuando se produzcan tormentas fuertes el agua baje rápido y se eviten inundaciones”, explicó Maximiliano Mosquera Fantoni, presidente de la Junta Comunal 9, al ser consultado por este medio. No obstante, poco pudo precisar sobre la fecha de finalización de la obra que tiene a maltraer a vecinos y comerciantes. “Podría ser a fines de agosto”, pronosticó sin demasiadas precisiones.

“Ningún funcionario de la Comuna o de la Ciudad se contactó con nosotros para informarnos sobre la realización de esta obra, que nos tomó por sorpresa”, se quejó Darío Travaglini, propietario de la heladería Don Antonio, que funciona en la esquina de Emilio Castro y Guaminí, epicentro del caos. “La disminución en el tránsito peatonal y el hecho de estar cortado el tránsito vehicular en la avenida nos ocasionó una abrupta caída en las ventas. Hoy, como consecuencia de esta obra, vendemos un 25% menos que el año pasado para esta misma época”, graficó luego.

Su mirada va en línea con la de Hernán Abraham, dueño de la mítica pizzería La Corvina, que funciona en la misma cuadra, a pocos pasos de la heladería. “Al estar cortada la avenida -sostuvo- cayó mucho la afluencia de gente en la zona y, por ende, a todos los comercios nos bajaron mucho las ventas”. Según él “hoy Emilio Castro es una avenida fantasma, no hay gente en la calle”. En ese contexto, las ventas del salón y del mostrador de la pizzería cayeron un 35%. “Además tenemos toda la vereda tapiada y eso hace que no sea un lindo ambiente como para sentarse a comer”, agregó.

Pero eso no es todo. “A mi señora -contó- le chocó el auto un camión cuando iba a cruzar Emilio Castro por Cosquín. Y un par de días después, yo tuve que estacionar lejos de la avenida y cuando volví me habían roto un vidrio del auto y me robaron la computadora y la mochila. Se ve muy poca policía y agentes de tránsito en la zona, entonces los automovilistas hacen cualquiera cosa, desde estacionar en cualquier lado hasta girar en u en el medio de la avenida o circular de contramano”.

Un guiño para las futuras torres

Sobre uno de los chapones que obstruyen la avenida, cuelga un cartel con el logo del Gobierno porteño y la leyenda “ampliación de la red pluvial para mejorar el sistema de drenaje”. Esa es la única precisión que vecinos y comerciantes tienen al respecto. “Nunca se acercó nadie a explicarnos para qué se está haciendo esta obra”, enfatizó Natalia, encargada de La Corvina. No obstante, muchos vecinos del barrio sospechan que va a servir para aliviar las cañerías y prepararlas para las futuras torres que con el nuevo código urbanístico podrían llegar a construirse en la zona.

Más allá de cualquier especulación, Natalia reconoció que “la avenida tenía problemas de desagües cloacales que se tapaban bastante seguido y teníamos que llamar a Aysa para que viniera a destaparlos. Y pluvialmente también tuvimos algunos inconvenientes con eventuales inundaciones, pero la avenida nunca llegó a desbordarse”. Y agregó “las obras eran necesarias, pero no sé si de esta envergadura…”.

Para Travaglini, que además de comerciante es ingeniero civil, “esto no tiene nada que ver con las edificaciones futuras que pueden realizarse”. Y argumentó “esta es una obra hidráulica de desagües pluviales, por lo que, si no se altera la cantidad de zonas parquizadas, la rugosidad del suelo no cambia y la absorción del agua de lluvias tiende a ser nula”. En ese sentido resaltó que “el sistema pluvial está obsoleto por la variación de la intensidad de las precipitaciones de los últimos años. Por eso es una obra necesaria para ampliar sumideros en las esquinas correspondientes cumpliendo con las normativas de escurrimiento superficial del agua de lluvia”. El dueño de Don Antonio recordó que, en particular, la esquina de Guaminí tenía acumulación de agua por errores en las pendientes de las calles. “Ese reclamo fue realizado durante años por Néstor Oriani. Claro que como toda obra hidráulica genera mucha molestia a los frentistas, pero cuando no se realiza se ven los problemas”.

El que también se expresó al respecto fue Nicolás Orlando, presidente del Centro de Comerciantes Ayres de Castro, que congrega a la gran mayoría de los negocios gastronómicos de la zona. Según él, las obras tienen un vínculo directo con la eventual construcción de edificios torre y coincidió en que “hay mucho menos tránsito de gente, ya sea en auto o a pie, y eso está impactando en forma directa en las ventas de nuestros locales, que cayeron notoriamente”. En ese sentido, adelantó que “en la próxima reunión de comisión directiva analizaremos las eventuales medidas a tomar”.

El caos sobre la zona más populosa de la coqueta avenida Emilio Castro está próximo a cumplir noventa días. Tres meses en los que, al complejo contexto socioeconómico se le suman las consecuencias de una obra inconsulta e interminable, que está impactando de lleno en los ingresos de decenas de comerciantes gastronómicos.

El despliegue y el objetivo de la obra es similar a la que se está desarrollando por estas horas en otro punto de la Comuna 9, más precisamente en Lasalle y Asturias, de Parque Avellaneda, para aliviar la cuenca del Cildáñez en el ramal Zuviría. Claro que allí, las consecuencias son otras.

Ricardo Daniel Nicolini