El domingo por la mañana, las calles de La Boca quedaron cubiertas por una densa nube de humo negro. A las 8:15, un incendio de enormes proporciones comenzó a arrasar un conventillo ubicado en Wenceslao Villafañe 439, donde vivían 13 familias. En cuestión de minutos, las llamas se expandieron por toda la construcción, dejando una escena de caos y desesperación.
Bomberos de la Ciudad llegaron con 15 dotaciones, mientras que el SAME desplegó ambulancias y personal médico para asistir a los afectados. La Policía cortó las calles aledañas y organizó un cordón de seguridad. El operativo se prolongó durante más de dos horas, hasta que cerca de las 10:30 el fuego pudo ser controlado.
“Las llamas eran altísimas, se escuchaban explosiones y el calor no dejaba respirar”, relató entre lágrimas Mariela López, una de las vecinas que logró escapar con sus hijos. En medio de la confusión, algunos rompieron ventanas y puertas para abrirse paso, mientras otros corrían a auxiliar a quienes habían quedado atrapados.
La tragedia alcanzó su punto más doloroso cuando los bomberos hallaron el cuerpo sin vida de un hombre en silla de ruedas, ubicado a pocos metros de la entrada principal. No logró salir a tiempo. “Hicimos lo imposible para sacarlo, pero no pudimos entrar por el humo y el fuego”, contó un joven vecino que participó en los intentos de rescate.
Además, ocho personas sufrieron síntomas por inhalación de humo. Siete fueron atendidas en el lugar con oxígeno y una debió ser trasladada de urgencia al Hospital Argerich.
El edificio incendiado era un conventillo típico de La Boca, construido a principios del siglo XX, con techos de chapa, patios internos y habitaciones colectivas. Estos espacios, que alguna vez fueron hogar de miles de inmigrantes, hoy representan un riesgo para las familias que no tienen otra opción habitacional.
“Las instalaciones eléctricas son muy precarias y los materiales altamente inflamables. Es un escenario donde un cortocircuito puede transformarse en tragedia en cuestión de minutos”, explicó Eduardo López, arquitecto especializado en vivienda social.
El barrio de La Boca conserva la postal turística de Caminito y sus casas de colores, pero detrás de esa imagen persiste una problemática crónica: el déficit habitacional. Según relevamientos de organizaciones sociales, en la zona aún funcionan decenas de conventillos sin habilitación formal, donde conviven hacinamiento, cables expuestos, falta de salidas de emergencia y conexiones de gas improvisadas.
La columna de humo podía verse desde la autopista Buenos Aires–La Plata y generó alarma en todo el barrio. Mientras tanto, vecinos de manzanas cercanas salieron a la calle con baldes de agua e intentaron ayudar a contener el fuego hasta que las dotaciones tomaron el control.
“Se trabajó en condiciones de extrema dificultad. El conventillo tenía pasillos muy angostos y el fuego se expandió por completo en minutos”, explicó un jefe del operativo de Bomberos.
Las 13 familias que vivían en el lugar lo perdieron todo. Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad se informó que se habilitaron paradores para alojar temporalmente a los damnificados y que se abrió un registro de donaciones de ropa, colchones y alimentos.
Organizaciones barriales como La Boca Resiste y Propone comenzaron de inmediato una campaña solidaria para reunir ayuda. “La gente se quedó con lo puesto. Necesitan de todo: desde frazadas hasta útiles escolares”, señalaron en un comunicado.
Pero más allá de la ayuda inmediata, los vecinos reclaman soluciones de fondo. “No puede ser que en pleno 2025 todavía tengamos que vivir en estas condiciones. Hoy fue este conventillo, mañana puede ser otro”, advirtió Luis Ramírez, uno de los damnificados que perdió su vivienda.
Aunque la investigación sobre el origen del fuego recién comienza, todo apunta a un cortocircuito en la planta baja. El caso reabre el debate sobre la seguridad en viviendas colectivas y la falta de controles en los conventillos del sur de la Ciudad.
“Es urgente implementar políticas de prevención y regularización. Estos incendios no son accidentes aislados, son consecuencia de años de abandono”, opinó el urbanista Mariano Torres.
El fuego de La Boca no solo arrasó con paredes y techos: volvió a poner en evidencia una deuda estructural con los sectores más vulnerables. Mientras las familias afectadas buscan dónde dormir esta noche, el barrio entero recuerda que detrás de cada conventillo hay historias de lucha, pero también de desprotección.
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