En 2025, el Colectivo de Juventudes por los Derechos Sexuales y Reproductivos realizó una encuesta nacional para conocer cómo adolescentes y jóvenes de Argentina perciben hoy su participación social y política, y cuáles son sus principales preocupaciones y obstáculos. El estudio, con 570 respuestas (470 de personas de entre 13 y 24 años), muestra una fuerte concentración en el AMBA y un perfil marcado por la mayoría de las mujeres cis y estudiantes universitarios.
Los resultados revelan una juventud crítica y comprometida, con inquietudes centradas en la crisis económica y política, los discursos de odio y la salud mental, además de la violencia, la ESI y el cambio climático. Sin embargo, la baja participación en organizaciones, la falta de información, la ausencia de referentes y la deficiente implementación de la ESI limitan su incidencia.
El desafío es crear condiciones accesibles y federales para transformar esas preocupaciones en acción sostenida.
El Colectivo de Juventudes por los Derechos Sexuales y Reproductivos es una articulación de organizaciones que, a través de la participación activa de adolescentes y jóvenes, promueve la defensa de los derechos sexuales y reproductivos con acciones locales, regionales y globales. Conformado en 2014, la alianza busca incidir en la agenda pública para garantizar y ampliar los derechos de las juventudes en Argentina. A 10 años de su creación, el Colectivo de Juventudes impulsó una encuesta con el objetivo de relevar las percepciones de adolescentes y jóvenes en torno a la participación juvenil en la actualidad en miras a delinear líneas de acción pertinentes para la población destinataria de esta alianza. Desde su creación a la actualidad algunas de las problemáticas iniciales continúan vigentes, pero, a la vez, se reeditan. Esto significa una responsabilidad por conocer en profundidad cuáles son las principales preocupaciones de las juventudes en 2025.
Para la realización de este estudio se utilizó la división etaria propuesta por el Ministerio de Salud de la Nación, considerando como personas adolescentes a quienes tienen entre 10 y 19 años, y como personas jóvenes a quienes tienen entre 20 y 24 años. La encuesta fue dirigida a personas a partir de los 13 años, en línea con lo establecido por el artículo 26 del Código Civil y Comercial de la Nación, que reconoce la capacidad progresiva para decidir por sí mismas sobre tratamientos que no impliquen riesgos para su salud o su vida. Esta decisión se enmarca en las agendas de trabajo del Colectivo de Juventudes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, que ponen especial énfasis en dicha normativa. Si bien se reconoce la perspectiva de Mannheim (1993), quien sostiene que la mera contemporaneidad cronológica no es suficiente para definir una generación, se optó por esta clasificación con el fin de facilitar la sistematización de los datos relevados.
Se entiende la participación juvenil como el conjunto de acciones y espacios en los que las y los jóvenes — en general entre los 15 y 24 años, aunque este rango puede variar según el contexto— asumen un rol activo en la sociedad. Esto implica expresar sus opiniones, involucrarse en la toma de decisiones, organizarse colectivamente y participar en ámbitos sociales, culturales, políticos, económicos o comunitarios, con el fin de incidir en los temas que los atraviesan y movilizan.
En la historia contemporánea de nuestro país, las adolescencias y juventudes han ocupado un lugar protagónico en los procesos de activismo político y social (Vázquez et al., 2017). En particular, la agenda de la Educación Sexual Integral (ESI) se consolidó como una de sus principales banderas, posicionando a este grupo como un actor clave en la exigencia de cumplimiento de la Ley 26.150, sancionada en 2006. Del mismo modo, las juventudes tuvieron un rol decisivo en la lucha por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, contribuyendo —junto a diversos sectores sociales— a la sanción de la Ley 27.610 a fines de 2020. Por estas razones, como Colectivo de Juventudes, hemos definido a los Derechos Sexuales y Reproductivos como eje central de nuestra acción desde la creación de esta alianza hasta la actualidad.
Los resultados de esta encuesta no solo exponen desigualdades y limitaciones persistentes, sino que también delinean con claridad un conjunto de oportunidades estratégicas para fortalecer la participación juvenil en Argentina. El diagnóstico territorial evidencia la necesidad de romper con la centralización del AMBA y de desplegar acciones federales que amplíen el acceso a espacios de participación en todas las regiones. Al mismo tiempo, las diferencias de género en la implicación juvenil recuerdan que las mujeres y diversidades se organizan con fuerza frente a desigualdades históricas, mientras que la menor participación de varones cis demanda nuevas estrategias para promover su implicación activa y corresponsable en la transformación social.
La agenda identificada —crisis económica, discursos de odio, salud mental, violencias y ESI— muestra un alto nivel de conciencia crítica en las juventudes, pero requiere canales efectivos para traducirse en incidencia real. Aquí, la tecnología y las redes sociales cumplen un rol ambivalente: aunque generan dispersión y aislamiento, también pueden convertirse en herramientas poderosas para el activismo y la organización si se acompañan con formación crítica, referentes sólidos e instancias presenciales que fortalezcan el tejido comunitario.
La marcada insatisfacción con la implementación de la ESI constituye uno de los hallazgos más urgentes. Garantizar una educación sexual integral, inclusiva y sostenida es indispensable para que adolescentes y jóvenes puedan ejercer sus derechos, tomar decisiones informadas y construir relaciones más igualitarias. Sin este componente, la agenda juvenil queda incompleta y el ejercicio pleno de derechos se ve limitado.