El Museo Vivo por las calles del Abasto celebra 10 años de existencia este sábado 8 de noviembre, una actividad organizada por vecinos e instituciones del Abasto y alrededores. Actividad abierta y gratuita. “Emerge este ejercicio colectivo de memoria”, destacaron sus vecinos impulsores en un manifiesto enviado a la revista El Abasto en la previa del recorrido.

A las 18 inicia esta propuesta y el punto de encuentro es en Anchorena y Perón, en el Parque de la Estación. El fin del recorrido es aproximadamente a las 20.30 en la Casona (Humahuaca y Bustamante).

La propuesta nació como una actividad comunitaria y territorial en el marco de la realización de La Noche de los Museos.

“¿Por qué hacer un museo vivo y comunitario? La importancia de Historizar(nos). Este año se celebra la décima edición del museo vivo y comunitario del Abasto. En la noche de los museos, por fuera del calendario oficial, emerge este ejercicio colectivo de memoria. Nadie se baña dos veces en el mismo río. ¿Nadie pisa dos veces la misma baldosa? El barrio cambia, nos cambia. Los vivimos distinto. Su pasado nos cuenta y nos indica cosas nuevas en función de un contexto. No somos los mismos. El barrio tampoco. El museo vivo es una forma de dialogar con el pasado desde el presente: no queremos sellar en mármol una identidad conservadora; buscamos hacer una memoria viva de nuestras propias experiencias, ancladas en una trama de trayectorias diversas. El Abasto es una identidad dinámica, plural, heterogénea. Hay muchos Abastos reales, tangibles, posibles. También hay muchos Abastos para imaginar, construir”, reflexionaron los vecinos y vecinas del Abasto.

“En cada Museo Vivo jugamos a ser historiadores del barrio, de nuestra propia historia. Narramos y contamos en función de nuestros dolores y también de nuestros deseos, que nos lanzan a la expectativa de un futuro. Exploramos el cuerpo de este barrio cambiante, como el nuestro. Un cuerpo luchado, tensionado en los parques, las plazas, las escuelas, los centros culturales, en las torres, los proyectos inmobiliarios, en los restaurantes. Pero vale preguntarse ¿cómo se puede construir sentido de pertenencia en una ciudad desterritorializada? ¿cómo sentirse de un barrio cuando uno ya no es dueño ni de su propia tierra y los alquileres son impredecibles? ¿Qué es ser de un barrio: habitarlo, construir en sus parques, escuelas, centros culturales, casas populares? Museo Vivo propone sentirse parte de un territorio y eso, en la ciudad contemporánea, es contracultural”, plantearon en el manifiesto.

Organizan y promueven el Museo Vivo por las calles del Abasto: JJ Circuito Cultural (Jean Jaurés 347), Cultura Abasto, Patrimonio Almagro-Boedo, vecinos y vecinas del Parque de la Estación, grupo de teatro comunitario del Abasto-Almagro Sin Telón, comisión de asociados del Banco Credicoop – Abasto, UBA CyT – APS y SMC.

Manifiesto completo:

¿Por qué hacer un museo vivo y comunitario? La importancia de Historizar(nos).

Este año se celebra la décima edición del museo vivo y comunitario del Abasto. En la noche de los museos, por fuera del calendario oficial, emerge este ejercicio colectivo de memoria.

Nadie se baña dos veces en el mismo río. ¿Nadie pisa dos veces la misma baldosa? El barrio cambia, nos cambia. Los vivimos distinto. Su pasado nos cuenta y nos indica cosas nuevas en función de un contexto. No somos los mismos. El barrio tampoco. El museo vivo es una forma de dialogar con el pasado desde el presente: no queremos sellar en mármol una identidad conservadora; buscamos hacer una memoria viva de nuestras propias experiencias, ancladas en una trama de trayectorias diversas. El Abasto es una identidad dinámica, plural, heterogénea. Hay muchos Abastos reales, tangibles, posibles. También hay muchos Abastos para imaginar, construir.

En cada Museo Vivo jugamos a ser historiadores del barrio, de nuestra propia historia. Narramos y contamos en función de nuestros dolores y también de nuestros deseos, que nos lanzan a la expectativa de un futuro. Exploramos el cuerpo de este barrio cambiante, como el nuestro. Un cuerpo luchado, tensionado en los parques, las plazas, las escuelas, los centros culturales, en las torres, los proyectos inmobiliarios, en los restaurantes. Pero vale preguntarse ¿cómo se puede construir sentido de pertenencia en una ciudad desterritorializada? ¿cómo sentirse de un barrio cuando uno ya no es dueño ni de su propia tierra y los alquileres son impredecibles? ¿Qué es ser de un barrio: habitarlo, construir en sus parques, escuelas, centros culturales, casas populares? Museo Vivo propone sentirse parte de un territorio y eso, en la ciudad contemporánea, es contracultural.

Si las consignas sirvieran para pensar, podríamos decir que “el barrio es el otro”, y también somos nosotros. Porque nosotros somos el barrio y lo que hicimos por él. Pero entonces, en este mundo cruel que habitamos y en esta ciudad cada vez más mercantilizada, deberíamos preguntarnos quién es el otro, quiénes somos nosotros, quiénes son ellos. Nuestro Abasto no puede ser nostálgico, pero tampoco puede ser ahistórico. En la conversación de esas historias que el Museo Vivo revive, al menos por un rato, conversamos con nuestras identidades. Estamos convencidos que de habitar otro barrio, seríamos distintos. Nos tocó, o elegimos, el glorioso barrio del Abasto. Territorio con tanta fuerza y tradición que ni necesita ser reconocido como barrio oficial. Le sobra trapo. En tiempos complejos, si son tiempos complejos, el Museo Vivo es una oportunidad para preguntarnos ¿Qué gestas tenemos que historizar? ¿Las abuelas que recuperan nietos? ¿Los vecinos que luchan por parques? ¿Los poetas que cantan como los dioses? ¿Qué próceres de nuestro barrio hay que hacer hablar en este tiempo?

Haremos este museo con la certeza de que no tenemos certeza del devenir de estas calles, pero con la esperanza de que ese futuro será, como hasta ahora, colectivo.

 

J.C.

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