Palermo y Belgrano están entre los barrios más beneficiados por la vegetación

Por su colorido o sus efectos secundarios, el jacarandá y el plátano se han ganado un lugar en la memoria urbana de quienes viven en Buenos Aires. Pero no están solos. Los tilos se hacen notar por su perfume inconfundible; los lapachos, con sus flores blancas o rosadas, anuncian la llegada de los jacarandás; y las tipas, altas y robustas, garantizan sombra de calidad.

Para finales de agosto, septiembre y octubre miles de vecinos circulan por las calles, viajan en colectivo o están en sus casas con pañuelos de papel al alcance de la mano. Ojos enrojecidos, estornudos y molestias respiratorias se vuelven rutina. Ya conocen al culpable: el plátano, ese árbol imponente que brinda sombra generosa y regula el calor, pero que también lanza al aire unas partículas irritantes —como polvo con púas diminutas— que afectan a los alérgicos, quienes cada año le declaran la guerra y hasta cambian sus trayectos cotidianos para evitarlo.

En Octubre o, mejor aún, noviembre el puente que cruza la avenida Figueroa Alcorta, justo frente a la Facultad de Derecho, se llena de porteños —y también, tal vez, de algunos turistas, aunque eso dependa del valor del dólar—. Todos buscan la misma imagen: ese paisaje teñido de lila por los jacarandás florecidos, que cada primavera se despliega sobre la ciudad como una señal de estación plena.

Aun así, ninguno de ellos lidera el interés de los habitantes cuando se trata de encontrar árboles específicos en la ciudad. “Lo más buscado son aquellos que dan frutos comestibles. Primero, los árboles de palta. Luego, según la época del año, las moreras y los cítricos, como los naranjos y mandarinos. Seis de cada diez búsquedas apuntan a estos tres”, explica Martín Simonyan, licenciado en Planificación y Diseño del Paisaje y creador de Arbolado Urbano, un mapa interactivo que desde hace una década permite visualizar las especies arbóreas de Buenos Aires, calle por calle y plaza por plaza. Desde hace unos días, además, cuenta con su propia aplicación.

Los árboles de palta son los más buscados dentro del rubro frutos comestibles

El proyecto nació de la combinación de dos intereses personales: la programación web —profesión que Simonyan ejerció durante varios años— y la pasión por el paisaje urbano, que estudió en la Universidad de Buenos Aires. También surgió a raíz de una nueva normativa municipal que obliga a supervisar las podas: cada intervención debe estar acompañada por un inspector que evalúa qué ramas conservar, y al mismo tiempo, registra el árbol en un censo oficial. Según los últimos datos disponibles del censo de arbolado (realizado en 2018), la ciudad cuenta con 431.326 árboles, cuyas copas cubren el 30% del territorio urbano. Aunque el mapa de Arbolado Urbano se enfoca en Buenos Aires, también incluye especies registradas en otras ciudades como Rosario, La Plata, Bariloche, Montevideo e incluso algunas localidades de Colombia.

“El mapa empezó como una herramienta basada en censos oficiales, pero con el tiempo se volvió colaborativo. Cualquier persona puede agregar un árbol que descubra en su recorrido”, cuenta Simonyan. La versión actual del sitio web y la app fueron desarrolladas por Fermín Ares, un programador que se sumó al proyecto hace un tiempo. “Gracias a Fermín, hoy podés fotografiar un árbol, geolocalizarlo y cargarlo directamente al mapa. Incluso se conecta con la app PlantNet para identificar automáticamente la especie”, explica.

Usar el mapa es como caminar digitalmente por cada rincón de la ciudad: basta hacer zoom en una cuadra para ver qué árboles hay allí. También se puede buscar por especie, tanto por su nombre popular como científico. Así, quienes buscan naranjos, ceibos o fresnos pueden ubicarlos con facilidad. Lo mismo aplica para quienes quieren evitar los plátanos por cuestiones alérgicas. “Hay usuarios especializados: uno se dedica a registrar solo palmeras, y otra cartografió toda la arboleda de la costanera en Vicente López”, señala el creador.

Damián Pérez, también licenciado en Planificación y Diseño del Paisaje, es otro integrante del proyecto. Su enfoque está en desarrollar modelos para monetizar la plataforma, ofreciendo servicios de mapeo y censado de árboles a municipios. “Además de los árboles frutales, hay mucho interés por especies autóctonas como el tala o el aromito”, comenta Simonyan. La herramienta resulta útil tanto para expertos como para curiosos que quieren identificar el árbol que tienen enfrente, o contribuir con nuevos datos al sistema colaborativo.

En cuanto a la distribución del arbolado por barrios, Simonyan destaca que zonas como Palermo y Belgrano son privilegiadas en cantidad de árboles. Pero también resalta la participación activa de vecinos en barrios como Saavedra, Coghlan, Villa Devoto y Villa Urquiza, donde suelen plantar ejemplares cuando hay espacios disponibles. En cambio, zonas como Villa Lugano, Soldati o Riachuelo tienen menos cobertura: “Hay espacios verdes, sí, pero poco forestados y no necesariamente cerca de las casas. No es común caminar por esas calles bajo sombra”, aclara.

Simonyan sostiene que Buenos Aires tiene una cobertura arbórea mejor que muchas otras ciudades argentinas y comparable a grandes urbes regionales como Santiago o San Pablo. Aun así, apunta más alto: “Una meta ideal sería alcanzar un 50% de cobertura con copas de árboles”. Para quienes aún no ven la importancia de plantar más árboles, propone cambiar el enfoque: “Hay que hablar de los beneficios concretos. ¿Cuánta agua absorbe un árbol? ¿Cuánto reduce la contaminación? ¿Cuánto ayuda a enfriar una ciudad? Esos datos convencen incluso a los más escépticos”, concluye.

En Buenos Aires hay más de 430.000 árboles. Y si se suman los registrados en otras ciudades por Arbolado Urbano, el número asciende a 440.000. Los jacarandás, plátanos, tilos y lapachos decoran la ciudad, sí, pero también la habitan talas, sauces criollos, moreras, cítricos y paltos. Muchos vecinos lo saben y salen en su búsqueda: porque incluso en la ciudad más densa, siempre hay lugar para encontrar fruta fresca en medio del cemento.