Especialistas aseguran que en los últimos años se ha incrementado notoriamente el número de ratas en la Ciudad.

“¡Mirá mamá! ¡Una rata!”, grita una nena sorprendida al ver un roedor corriendo junto al cordón de la vereda a plena luz del día. La escena registrada en Ramón Falcón y Montiel -pleno centro comercial de Liniers- podría haberse dado en cualquier otra esquina de la zona y el asombro de la pequeña, o de otro eventual peatón, sería calcado.

Cualquiera que recorra a diario las calles porteñas habrá tenido la oportunidad de toparse cara a cara con un roedor, al menos una vez. Y el hecho no parece ser casual. De acuerdo al testimonio de muchos vecinos y a las precisiones que aportan las empresas encargadas de combatir las plagas, el incremento en el número de ratas que habitan la Ciudad de Buenos Aires en los últimos años, es notorio.

Aunque no existe una estadística oficial, ese incremento se apoya en las cifras que ofrecen las empresas locales de fumigación, basadas esencialmente en las denuncias de los vecinos. El último estudio zootécnico serio al respecto data del año 2020 y lo hizo el entomólogo Guillermo Tarelli. En ese informe se asegura que por cada habitante de la ciudad existen nueve roedores. Una cifra que no tiene nada que envidiarle a la de las grandes capitales del mundo occidental: Paris y Nueva York, ostentan el récord de diez ratas por habitante.

“En Buenos Aires, desde la epidemia de peste bubónica de 1914 no hay programas coordinados sobre este tema”, explica al respecto el biólogo Héctor Coto, a cargo de la Maestría en Control de Plagas de la Universidad Nacional de General San Martín. Como sea, las empresas de fumigación que operan en el área metropolitana registran un aluvión de consultas por servicios de desratización y advierten sobre un crecimiento en la población de roedores.

“La presencia de roedores se incrementa cada vez más, año tras año”, asegura Pablo Ghisalberti, técnico de Noplag Fumigaciones, y subraya que los barrios con mayor cantidad de denuncias y reclamos son “Once, Retiro, Puerto Madero, La Boca, Constitución, Palermo, Mataderos y todos los barrios que atraviesa la traza del Sarmiento. Todas las zonas aledañas a las vías del ferrocarril son un terreno fértil para los roedores. Lo mismo que los talleres ferroviarios. Por eso no es casual que Liniers sea uno de los barrios con mayor promedio de ratas por habitante”.

La causa principal de ese incremento se relaciona con la falta de limpieza. En ese sentido, la gestión del manejo de los residuos se convierte en un tema central. “Tendría que haber una mejor recolección y, en paralelo, hacer campañas de concientización a los vecinos recalcando la importancia de la separación en origen. Hoy hay cuatro tipos de contenedores distintos y la mayoría de la gente no sabe cómo usarlos. No sabe cuáles son los residuos orgánicos, cuáles los reciclables y entonces suele tirar todo junto”, remarca Ghisalberti y destaca que “aunque los nuevos contenedores son herméticos, hay gente y algunos cartoneros que los traban con palos. Y no hay que olvidar que los roedores obtienen su principal fuente de alimento de los contenedores”.

Por otra parte, el técnico de Noplag advierte sobre la inequidad que se observa en el desempeño del Gobierno porteño en materia de desratización. “Hay mucha inversión en limpieza en los polos gastronómicos, como los de Puerto Madero y Palermo, y se desatienden otras zonas en las que se tienen que hacer cargo los propios vecinos en forma particular”. En ese sentido, considera que desde el Estado porteño “se debería otorgar mayor presupuesto y distribuirlo de manera equitativa, no asignarlo solamente a los polos gastronómicos de los barrios más lujosos. Hoy el 70% del presupuesto en materia de higiene se destina a Palermo Hollywood y Puerto Madero”. En paralelo, los vecinos deberían respetar el horario de sacar la basura, de 19 a 20, “es decir, un rato antes de que pase el camión recolector, para evitar que la basura quede en el contenedor mucho tiempo y atraiga a los roedores”.

Los especialistas y las empresas del sector coinciden en la causa principal: la mayor cantidad de basura en el espacio público es un factor determinante. Así, la visibilidad de ratas durante el día es un síntoma alarmante. “Las ratas son fotosensibles -aseguran- y salen cuando hay poca actividad humana. Si están saliendo de día, es porque hay algo que las está empujando a hacerlo, ya sea por suciedad, sobrepoblación o falta de comida y espacio. Estas cosas marcan que hay presencia activa. Si se ven durante el día, el número es alto”.

Por lo general las ratas anidan en las copas de los árboles y en las bocas de tormentas y alcantarillas pluviales o cloacales. También en terrenos baldíos y obras en construcción. “Existe una normativa que no suele cumplirse, que obliga al propietario o heredero a hacerse cargo de la desratización de baldíos y casas abandonadas”, resalta Ghisalberti. No obstante, el mayor avistamiento de roedores se da en el interior o en las adyacencias de los contenedores. Vale destacar que es mucho más notoria su presencia cuando sube la temperatura. “Los residuos se descomponen más rápido y largan más olor, y eso atrae a las ratas”, agrega el técnico de Noplag, de cara a la próxima temporada estival.

Según Olga Suárez, directora del laboratorio de Ecología de Roedores Urbanos de la Universidad de Buenos Aires, son tres las variedades de ratas con mayor presencia en la ciudad. La primera es la rata “de tejado” (Rattus rattus), que se mueve por los cables entre edificios; la segunda es la rata noruega (Rattus norvegicus), la más grande, que anida en alcantarillas y busca calor en lugares cerrados; y la tercera es el ratón casero (Mus domésticus), más pequeño y frecuente en domicilios. Pablo Ghisalberti ofrece precisiones sobre el aspecto de cada especie. “La rata noruega es la gris, grandota. La rattus rattus también es conocida como rata negra, y la mus domésticus o mus músculus es la más pequeña, comúnmente denominada lauchita, que la gente supone que es una cría, pero en realidad es su tamaño natural”.

Aunque desde la gestión de Jorge Macri niegan que la situación se haya agravado y desestiman las estimaciones de las empresas privadas, Suárez, que además es investigadora del Conicet, sostiene: “que crezca o disminuya el tamaño de las poblaciones de roedores depende de la dinámica en la oferta de recursos ambientales. El tamaño de la población va a depender de lo que le ofrezca el hombre. Los ambientes con desorden ambiental y oferta de recursos (basura y agua estancada) son probables que se transformen en un foco”.

Ricardo Daniel Nicolini