Desafíos, reconocimientos y controversias

La ex Escuela de Mecánica de la Armada (ex ESMA), transformada en Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos, sigue siendo un sitio clave de memoria histórica en Argentina. En los últimos tiempos, se observan avances institucionales y reconocimientos internacionales, pero también surgen tensiones relacionadas con su financiamiento, mantenimiento y función cultural.

En septiembre de 2023, el Museo Sitio de Memoria ESMA fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, al ser considerado un lugar de “valor universal excepcional”. El predio está contemplado por la Ley Nº 26.691 de Sitios de Memoria, que obliga al Estado a preservar, señalizar y difundir estos espacios como testimonios del terrorismo de Estado. También existe un reciente fallo judicial (enero de 2025) que obliga al Gobierno Nacional a mantener en funcionamiento los sitios de memoria como la ex ESMA, asegurando dotación de personal y preservación estructural.

En el marco de la nominación internacional ante la UNESCO, el Estado lleva adelante obras de restauración y acondicionamiento del predio. Según lo publicado, se trabaja ya en la primera de tres etapas, que incluye restauración de superficies interiores y exteriores, impermeabilización de terrazas y sótanos, reparación de bombas de agua, iluminación, sonido y sistemas audiovisuales. Las inspecciones técnicas por parte de ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) incluyeron evaluar el estado de conservación, autenticidad del lugar, los sistemas de protección, y las estrategias para gestión, visitas y educación.

En abril de 2025, el Gobierno denunció supuestos “gastos injustificados” en la gestión financiera del Espacio de Memoria (más de 3.300 millones de pesos anuales según la denuncia), lo que derivó en la suspensión de pagos al predio. Las críticas señalan falta de fiscalización y supervisión en algunos contratos. Hay acusaciones por parte de organizaciones de derechos humanos de que algunas políticas públicas están siendo debilitadas: despidos, la clausura del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti dentro del predio, y un posible desmantelamiento del área de Derechos Humanos.

El secretario Alberto Baños negó que haya un cierre del sitio de memoria, al mismo tiempo que hubo protestas y reclamos sindicales. Se denuncian también medidas de desgaste simbólico: manifestaciones que rompen con la solemnidad del espacio, actos que organismos de DDHH consideran negacionistas, y complacencia frente a algunas expresiones públicas que alteran el sentido del sitio.

El sitio ex ESMA tiene un presente marcado por una tensión entre consolidar su preservación material, su valor educativo-pedagógico y su función como lugar de memoria, versus los desafíos presupuestarios, políticos y sociales que enfrentan los espacios de derechos humanos en contextos de cambio de gobierno o de prioridades estatales.

Los beneficios del reconocimiento internacional, como la declaración UNESCO, imponen estándares más elevados de mantenimiento, autenticidad y gestión que pueden ser valiosos para asegurar que el sitio no pierda su carácter testimonial. Pero esos estándares requieren recursos estables, personal especializado, transparencia en las gestiones, participación de actores de memoria y una voluntad política sostenida.