Piden un “bosque urbano” en los terrenos ferroviarios

Mientras las topadoras ya levantan nuevos edificios privados sobre las tierras del explayón ferroviario del San Martín, vecinos y vecinas de Palermo siguen reclamando lo que consideran una deuda urbana: la creación de un parque público que recupere parte de ese terreno, hoy parcialmente abandonado y víctima del apetito inmobiliario. La propuesta, que lleva años en circulación, apunta a transformar el lugar en un “bosque urbano” que honre la memoria del Arroyo Maldonado y funcione como pulmón verde en una ciudad cada vez más dominada por el cemento. Sin embargo, la falta de avances concretos y la desidia estatal mantienen la iniciativa en el terreno de las buenas intenciones.

Agrupados en el colectivo “Promotores del Parque del Maldonado”, los vecinos han desplegado un activismo persistente: recorren despachos legislativos, elaboran propuestas legales, realizan estudios de tránsito y planifican espacios culturales. Su objetivo es claro: impedir que las siete hectáreas de terrenos ferroviarios se transformen en otra postal del avance del negocio inmobiliario porteño. Parte del predio ya fue vendido, y allí se levantan edificios gracias a la rezonificación que aprobó la Legislatura porteña en 2012, bajo la controvertida Ley N° 4.477. Dicha norma habilitó la privatización de valiosos terrenos en Caballito, Liniers y Palermo, bajo la promesa —nunca cumplida del todo— de destinar un porcentaje mayoritario de la superficie a espacios públicos.

En el caso de Palermo, esa rezonificación dio lugar al proyecto “Nuevo Palermo”, una etiqueta que disimula bajo un barniz de renovación urbana una operación que dejó vía libre a desarrollos inmobiliarios de lujo, en detrimento de las necesidades ambientales y culturales del barrio. Según la normativa, el 65% del predio debería convertirse en espacio público, pero hasta ahora no hay confirmación oficial de ningún parque en ejecución. Ni árboles, ni senderos, ni infraestructura comunitaria: solo planos, anuncios y maquetas.

Desde el colectivo vecinal denuncian además que las propuestas oficiales amenazan con fragmentar el futuro parque con la apertura de nuevas calles, lo que implicaría más asfalto, más calor urbano y menos continuidad verde. “La única apertura que podría tener sentido es la de Costa Rica”, afirman, oponiéndose al trazado vial propuesto que destruiría cualquier posibilidad de un verdadero bosque urbano. La lógica parece repetirse: cada metro ganado para el tránsito o para el desarrollo inmobiliario es un metro perdido para el verde público.

La relevancia ambiental del explayón es innegable. Se trata de un eslabón clave para conectar el Parque Tres de Febrero con Agronomía, a través de un corredor verde interrumpido por esta mancha gris. Su recuperación permitiría mitigar el efecto de isla de calor que sufre Buenos Aires, agravado por la falta de árboles, suelo absorbente y planificación ecológica. Pero ese argumento, por ahora, no parece tener suficiente peso frente a los intereses económicos que operan en la zona.

La propuesta vecinal va más allá de lo ambiental: busca revalorizar la identidad barrial de Palermo con un parque que incluya espacios culturales, huertas comunitarias, canchas para clubes locales, un rincón ferroviario y hasta un homenaje a figuras literarias como Borges, Arlt y Walsh, todos ligados al barrio. En los galpones se imagina un “rincón del tango” que remita a las míticas milongas de Lo de Hansen y El Tambito. Un proyecto integral, participativo, y con una fuerte carga simbólica. Sin embargo, dos años después de haber presentado el proyecto de ley, y con intenciones de reimpulsarlo en 2026, los vecinos aún no han recibido respuesta concreta por parte del gobierno porteño.

Lo que está en juego no es solo un parque, sino el modelo de ciudad. ¿Espacio público o negocio privado? ¿Memoria y comunidad, o plusvalía y especulación? En Palermo, esas preguntas siguen sin respuesta mientras el cemento avanza y la promesa de un bosque urbano se disuelve, lentamente, en el aire caliente de una Buenos Aires cada vez más gris.