
La historia se repite y la herida sigue abierta. Boca Juniors, uno de los clubes más grandes de América y eterno protagonista de gestas continentales, volvió a quedarse en la puerta del sueño mundialista. El Xeneize, que supo ser sinónimo de gloria en la Copa Libertadores, no logra traducir esa mística en el escenario global del Mundial de Clubes. Esta eliminación, una más en la lista, reaviva el debate sobre la falta de logros internacionales recientes del club de La Ribera.
La institución de Ribera se debate entre el peso de la historia y la mochila del presente, Boca Juniors es un gigante dormido en el plano mundial. Desde aquella recordada final ante el Milan en 2007, el Xeneize no ha vuelto a pisar una definición internacional de semejante calibre. Los años pasan y el palmarés internacional, que supo engrosarse en la era Bianchi, parece estancado. El hincha, exigente y apasionado, mira con nostalgia las vitrinas y se pregunta cuándo volverán las noches épicas.
Un torneo esquivo, es lo que ha sido históricamente el Mundial de Clubes, para Boca. Más allá de la mística copera, el equipo argentino no ha logrado adaptarse a los nuevos formatos ni a la exigencia de enfrentar a los mejores equipos de Europa y otras confederaciones. La eliminación de hoy, dolorosa pero previsible, expone las falencias de un plantel que no estuvo a la altura del desafío.

La actualidad del Xeneize muestra la falta de logros y las cuentas pendientes el club presidido por Juan Román Riquelme acumula frustraciones en el ámbito internacional. La última Libertadores conquistada data de 2007, y desde entonces, las campañas han estado marcadas por eliminaciones prematuras y finales perdidas. En el Mundial de Clubes, la sequía es aún más notoria: Boca nunca pudo levantar el trofeo bajo el formato actual y su última gran alegría internacional ya parece lejana.
La nueva eliminación obliga a una autocrítica profunda. Boca Juniors, con su historia y su gente, merece volver a ser protagonista en el mundo. Sin embargo, para lograrlo, deberá reinventarse, apostar por un proyecto serio y recuperar la mentalidad ganadora que supo tener. El Xeneize tiene una deuda pendiente con su hinchada y con su propia historia: volver a conquistar el mundo.
Lo de este martes fue una sombra de lo que por historia se merece, el equipo de Miguel Ángel Russo no pudo con un rival semiprofesional, igualó 1-1 y quedó afuera del certamen. En el coqueto y tan solo eso, estadio Geodis Park, inaugurado en 2022, el conjunto argentino ganaba por un tanto de Nathan Garrow en contra, pero el equipo neozelandés, lo igualó a través de Christian Gray, quien trabaja como docente en un colegio de su país.
Por ahora, la espera continúa. El sueño mundialista sigue siendo eso: un sueño. Y Boca Juniors, gigante de América, sigue buscando su lugar en la cima del fútbol global.